Mujeres que naufragan en el mar de la incomprensión y con sensación de abandono, hombres que se sienten tiranizados por una pareja demasiado exigente, víctimas de una infidelidad, maridos y mujeres hastiados y sin ilusión, engaños, celos... La pareja es ese caldo de cultivo en el que las personas damos y hallamos lo mejor y lo peor de nuestra naturaleza. Si somos conscientes de la cantidad de energía mental y emocional que consume una relación problemática, tóxica o disfuncional, entenderemos por qué las parejas rompen. Sin embargo, si analizamos las causas psicológicas que nos llevan a elegir a nuestra pareja, entenderemos por qué generamos vínculos de dependencia tan fuertes y a veces mantenemos durante mucho tiempo relaciones que nos dañan, dándole sentido a la canción que reza "amores que matan nunca mueren".
Aunque no podríamos comentar todas, a continuación se enumeran diferentes teorías que explican la elección de la pareja (Diaz Morfa, 2003):
La psicología social ha puesto de manifiesto cómo los condicionamientos socio-culturales juegan un papel tan directo como sutil en la elección de la pareja, dado que hemos naturalizado diferentes modelos, roles y valores sociales presentes en nuestro entorno familiar y social. Aunque estos criterios están cambiando, las estadísticas sociológicas indican que la edad, la educación, la raza y la religión son factores homogámicos que juegan un papel importante en la elección de la pareja. Es decir, solemos escoger parejas de edad, educación, raza y religión similares.
Según las teorías psicoanalíticas, la influencia de las figuras parentales (o cuidadores adultos) y familiares (sobre todo herman@s) en la elección y la evolución de la pareja es muy grande. Freud habla de distintos tipos de elección.
En realidad, cualquier elección de pareja siempre sigue unos criterios narcisistas, relacionados con nuestras necesidades, historia de vida, nuestra percepción y nuestros deseos. Es decir, amamos o buscamos lo que nos es familiar, lo que conocemos (aunque sea dañino), lo que anhelamos, lo que nos gustaría ser; amo a quien me cuida y protege (incluso de mí mism@) o a quien se deja proteger por mí... Siempre se da una complementariedad de signo positivo o negativo.
Tras estas consideraciones, parece necesario haber pasado exitosamente a través de los estadios psicosexuales del desarrollo infantil y haber logrado en cierta medida un proceso de separación-individuación de nuestra familia de origen para poder tener un vínculo afectivo y sexual adecuado con nuestra pareja. En cualquier caso la influencia de la infancia en el guión de vida y en los conflictos actuales de la pareja es un tema muy interesante y extenso que abordaré en futuras entradas.
Como conclusión, podríamos decir que elegir la pareja debería ser un proceso consciente, no dirigido ni condicionado en exceso por necesidades afectivas no resueltas, fijaciones u otro tipo de condicionamientos que sólo generan vínculos futuros de dependencia y sensación de falta de control emocional en nuestra vida amorosa.
Bruno Alonso
Psicólogo colegiado nº M-24641
Bibliografía:
Díaz Morfa, J. (2003). Prevención de los conflictos de pareja. Bilbao: Desclée de Brouwer
Mazzuca, R., Mazzuca, S., Surmani, F. Contraposición del concepto de tipo anaclítico de elección de objeto en Freud y Lacan. Anuario de investigaciones, Facultad de psicología UBA, 2009 (pp. 11-123).